Un equipo de investigadores del Instituto Fraunhofer para la Tecnología Ambiental, Energética y de Seguridad (UMSICHT) en Oberhausen, Alemania, está llavando a cabo una investigación para usar el dióxido de carbono con el fin de impregnar plásticos.
Sometido a unas condiciones especiales de temperatura y presión, el CO2 entra en un estado que le da al gas propiedades parecidas a las de un disolvente. En este estado, puede ser introducido en polímeros, o actuar como portador al poder disolverse en él tintes, aditivos, fármacos y otras sustancias.
En las pruebas, el equipo de investigadores alemanes incluso ha logrado impregnar policarbonato con nanopartículas que le dan propiedades antibacterianas. Las bacterias E. coli, depositadas sobre la superficie del plástico en el laboratorio de alta presión del instituto, murieron en su totalidad. Esta función bactericida podría ser aprovechada en los mangos de las puertas, impregnando estos con las mismas nanopartículas. Las pruebas realizadas con sílice y con el antiinflamatorio flurbiprofeno también tuvieron éxito.
El proceso tiene un potencial enorme, ya que el dióxido de carbono no es inflamable ni tóxico, y resulta barato. Aunque es capaz de presentar las citadas propiedades parecidas a las de los disolventes, no tiene los mismos efectos dañinos para la salud y el medio ambiente que sí poseen, por ejemplo, los disolventes utilizados en las pinturas.
La nueva técnica podría usarse para teñir lentes de contacto. E incluso para enriquecerlas con compuestos farmacéuticos que podrían ser liberados lentamente en el ojo a lo largo del día, representando esto una alternativa a las repetidas aplicaciones de gotas en los ojos para el tratamiento del glaucoma.
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